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La respuesta a este interrogante es conocida: el médico escoge
un determinado fármaco de acuerdo a las “Pautas de Práctica Clínica”
establecidas en el ámbito mundial.
Ahora bien, ¿Quién establece esas Pautas?
La respuesta es: las Sociedades Científicas de cada
especialidad médica, a través de reuniones, simposios, seminarios y
publicaciones, en las cuales se invita a las figuras médicas más prestigiosos
de esa especialidad o se analiza la literatura científica publicada sobre una
determinada enfermedad,
Sin embargo, estos prestigiosos profesores ¿Están
influenciados de alguna manera por la industria farmacéutica? ¿Los resultados
de sus investigaciones científicas son siempre veraces?
En un artículo publicado por la revista JAMA, órgano
divulgativo de
Los resultados de ese estudio son alarmantes: 87% de los
autores de Pautas mostraron alguna forma de interacción con la industria
farmacéutica. Dicha industria había financiado a 58% de los autores para
realizar sus investigaciones y 38% de estos autores habían servido como
empleados o asesores de alguna compañía farmacéutica.
En promedio, 81% de los autores por Pauta de Práctica Clínica
había interactuado con la industria farmacéutica.
Todas las Pautas para 7 de las 10 enfermedades incluidas en el
estudio, tenían por lo menos un autor que interactuaba con alguna compañía
farmacéutica.
De los 192 médicos entrevistados, 59% tenía relación con
compañías cuyos medicamentos se incluían en las pautas de tratamiento
realizadas por ellos.
Únicamente dos de los 192 autores declararon su interacción
financiera con la empresa farmacéutica en las versiones publicadas de las
pautas de tratamiento.
Los autores concluyen que existe una considerable interacción
entre los autores de pautas de prácticas clínicas y la industria farmacéutica
y este artículo, publicado hace 3 años, “destapa la olla” de la relación
existente entre la industria farmacéutica y los médicos.
Como médico, puedo dar fe de que la mayoría de empresas
farmacéuticas trasnacionales que operan en nuestro país, compran la
conciencia de muchos médicos, especialmente los catalogados como “líderes de
opinión”, financiando su asistencia a eventos nacionales e internacionales.
Bolígrafos, relojes, maletines y otros objetos diversos,
además de costosos pasajes aéreos e incluso dinero en efectivo, son los
obsequios que muchos médicos reciben en contraprestación a sus servicios como
voceros de los beneficios terapéuticos de los medicamentos sintéticos que
representan. Esto ha llegado incluso a desesperar a varios gerentes de
producto de los laboratorios, pues ahora los médicos ya no esperan a que
lleguen sus propinas, exigiendo que se les financien sus viajes de placer al
extranjero. El dinero proviene de los presupuestos publicitarios que la
industria farmacéutica destina a la atención de estas exigencias. Los médicos
que leen esta nota saben que lo que afirmo es cierto. Los gerentes de
producto de los laboratorios también saben que es cierto.
Esto, por supuesto, no aplica a todos los médicos ya que
existen muchos profesionales respetuosos de la ética, pero es importante
recalcar que todos los médicos “líderes de opinión” se han visto abordados en
algún momento de sus vidas por los representantes de dicha industria, con el
objeto de “comprar su prescripción”.
En otras palabras, las empresas farmacéuticas no necesitan
publicitar sus productos a través de los medios de comunicación, pues
disponen de un canal publicitario más efectivo: comprar la conciencia del
médico para que prescriba y promocione sus productos a sus pacientes. También
debe promocionarlos como “speaker” o vocero de sus bondades en reuniones
científicas y evitar cualquier traba que entorpezca su comercialización.
En el último reporte de las Naciones Unidas, publicado este
año, se relacionan más de 30 productos farmacéuticos que han sido prohibidos,
retirados del mercado, severamente restringidos o que no han recibido
aprobación por las autoridades sanitarias de varios países, pero que
continúan vendiéndose libremente en Venezuela. Varios de ellos se expenden
sin prescripción facultativa, es decir, cualquier persona puede adquirirlos
en cualquier farmacia sin saber que su vida corre peligro. Llama la atención
que ningún medicamento natural o planta medicinal aparezca en este reporte de
las Naciones Unidas.
¿Por qué se continúan mercadeando estos productos en
Venezuela?
¿Los mecanismos de presión ejercidos por la industria
farmacéutica tienen algo que ver con ello?
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Referencias:
(1) Choudhry
NK, Stelfox HT, Detsky AS. Relationships between authors of clinical practice
guidelines and the pharmaceutical industry. JAMA. 2002 Feb 6;287 (5):612-7.
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martes, 20 de marzo de 2012
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