martes, 20 de marzo de 2012


Alguna vez se ha preguntado ¿Alguien influencia a mi médico para que prescriba ese medicamento?

La respuesta a este interrogante es conocida: el médico escoge un determinado fármaco de acuerdo a las “Pautas de Práctica Clínica” establecidas en el ámbito mundial.
Ahora bien, ¿Quién establece esas Pautas?
La respuesta es: las Sociedades Científicas de cada especialidad médica, a través de reuniones, simposios, seminarios y publicaciones, en las cuales se invita a las figuras médicas más prestigiosos de esa especialidad o se analiza la literatura científica publicada sobre una determinada enfermedad,
Sin embargo, estos prestigiosos profesores ¿Están influenciados de alguna manera por la industria farmacéutica? ¿Los resultados de sus investigaciones científicas son siempre veraces?
En un artículo publicado por la revista JAMA, órgano divulgativo de la Asociación Médica Norteamericana, se presentan los resultados de un estudio de investigación realizado por el Dr. NK Choudhry y sus colaboradores del Mount Sinai Hospital, de Toronto, Canadá, quienes realizaron una encuesta a 192 autores de 44 Pautas de Práctica Clínica, avaladas por Sociedades científicas de Norteamérica y Europa, sobre enfermedades comunes del adulto, publicadas entre 1991 y 1999. (1)
Los resultados de ese estudio son alarmantes: 87% de los autores de Pautas mostraron alguna forma de interacción con la industria farmacéutica. Dicha industria había financiado a 58% de los autores para realizar sus investigaciones y 38% de estos autores habían servido como empleados o asesores de alguna compañía farmacéutica.
En promedio, 81% de los autores por Pauta de Práctica Clínica había interactuado con la industria farmacéutica.
Todas las Pautas para 7 de las 10 enfermedades incluidas en el estudio, tenían por lo menos un autor que interactuaba con alguna compañía farmacéutica.
De los 192 médicos entrevistados, 59% tenía relación con compañías cuyos medicamentos se incluían en las pautas de tratamiento realizadas por ellos.
Únicamente dos de los 192 autores declararon su interacción financiera con la empresa farmacéutica en las versiones publicadas de las pautas de tratamiento.
Los autores concluyen que existe una considerable interacción entre los autores de pautas de prácticas clínicas y la industria farmacéutica y este artículo, publicado hace 3 años, “destapa la olla” de la relación existente entre la industria farmacéutica y los médicos.
Como médico, puedo dar fe de que la mayoría de empresas farmacéuticas trasnacionales que operan en nuestro país, compran la conciencia de muchos médicos, especialmente los catalogados como “líderes de opinión”, financiando su asistencia a eventos nacionales e internacionales.
Bolígrafos, relojes, maletines y otros objetos diversos, además de costosos pasajes aéreos e incluso dinero en efectivo, son los obsequios que muchos médicos reciben en contraprestación a sus servicios como voceros de los beneficios terapéuticos de los medicamentos sintéticos que representan. Esto ha llegado incluso a desesperar a varios gerentes de producto de los laboratorios, pues ahora los médicos ya no esperan a que lleguen sus propinas, exigiendo que se les financien sus viajes de placer al extranjero. El dinero proviene de los presupuestos publicitarios que la industria farmacéutica destina a la atención de estas exigencias. Los médicos que leen esta nota saben que lo que afirmo es cierto. Los gerentes de producto de los laboratorios también saben que es cierto.
Esto, por supuesto, no aplica a todos los médicos ya que existen muchos profesionales respetuosos de la ética, pero es importante recalcar que todos los médicos “líderes de opinión” se han visto abordados en algún momento de sus vidas por los representantes de dicha industria, con el objeto de “comprar su prescripción”.
En otras palabras, las empresas farmacéuticas no necesitan publicitar sus productos a través de los medios de comunicación, pues disponen de un canal publicitario más efectivo: comprar la conciencia del médico para que prescriba y promocione sus productos a sus pacientes. También debe promocionarlos como “speaker” o vocero de sus bondades en reuniones científicas y evitar cualquier traba que entorpezca su comercialización.
En el último reporte de las Naciones Unidas, publicado este año, se relacionan más de 30 productos farmacéuticos que han sido prohibidos, retirados del mercado, severamente restringidos o que no han recibido aprobación por las autoridades sanitarias de varios países, pero que continúan vendiéndose libremente en Venezuela. Varios de ellos se expenden sin prescripción facultativa, es decir, cualquier persona puede adquirirlos en cualquier farmacia sin saber que su vida corre peligro. Llama la atención que ningún medicamento natural o planta medicinal aparezca en este reporte de las Naciones Unidas.
¿Por qué se continúan mercadeando estos productos en Venezuela?
¿Los mecanismos de presión ejercidos por la industria farmacéutica tienen algo que ver con ello?

Referencias:
(1) Choudhry NK, Stelfox HT, Detsky AS. Relationships between authors of clinical practice guidelines and the pharmaceutical industry. JAMA. 2002 Feb 6;287 (5):612-7.

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